17 de febrero de 2007

Un viejo que leía novelas de amor

Para empezar con buen pie digamos que en la mas grande de las descripciones se puede decir que este libro está cargado de reivindicación y reflexión acerca del mundo, de la gente y sus costumbres.
Es impresionante la capacidad que tiene el autor para describir todos los parajes y también el modo y trayecto que debió seguir el protagonista para por fin acomodarse en un sitio y vivir feliz, sólo, pero feliz.

Esta historia, con sus mas y sus menos aventuras, nos enseña que el hombre es supremo, pero también, y aunque parezca un tópico,es inhumano. Es un maravilloso libro del que aprendes que la lectura no sólo es lo que leemos: historias bonitas, cuentos, filosofía, simplemente palabras; sino que también es el medio perfecto para evadirse de la realidad que cada día nos toca vivir, nos sirve para calmar la furia y la impotencia que llevamos dentro y que tenemos que mirar con ojos de ciego si no queremos vomitar. Quizás también sirva, en los tiempos que corren, para poder ignorar la televisión: inmunda fuente de desperdicios, barbarie, mendicidad, falsos ídolos y por encima de toda ésa basura, ignorancia.

Volviendo al libro, es importante resaltar la sensibilidad y cercanía que deja entrever el autor en el libro, en cada una de sus palabras, y con la que intenta guiar al lector por ése sitio tan maravilloso y a la vez tan explotado, la selva amazónica.
Es digno a su vez de admiración el lenguaje utilizado en todo el relato. Ya que el autor del libro, (Luis Sepúlveda) es chileno, utiliza un lenguaje típico de latino-américa, para mí mucho más culto y bello que el castellano de España.
Por último, es imposible obviar el singular carácter del protagonista: un hombre solitario que realmente ama el suelo por donde pisa, un verdadero ejemplo a seguir.
A sabiendas de que es una invención del autor y eso es muy bueno, a veces es preferible seguir pensando que aún quedan personas así por el mundo.
Yo ,sin duda, prefiero seguir pensando que aún queda gente que no es tragada por la industria de la electrónica y demás gigantes invencibles; porque aunque no nos demos cuenta, vivimos entre humanos y moriremos entre máquinas.

Víctor

Y recuerda: Todo esto es mentira...

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