31 de diciembre de 2006

Desde la ventana de mi habitación

Si sigues leyendo esto debes saber que te adentras en ese lugar donde los sueños no tienen cabida, donde todo cuanto haces quedara grabado en nuestras mentes, donde todo lo que una vez repudiaste te va enseñar los dientes, y si no haces lo propio, te llevarás un mordisco.
Es un lugar creado para nosotros los eternos infantiles, donde millones de Peter Pan, luchan cada día por no crecer un solo centímetro mas, por que les crezca cada vez mas pelo y para que cada vez que piensen en su casa de cómodos sillones, una astilla del tronco donde reposan los anhelos se les clave en la espalda y rian mientras lloran.
Un lugar donde, todos los días, tras las guerras de comida inexistente, un angel nos agarre de la mirada y nos hable de lo que jamas seremos capaces de hacer, porque no tenemos nada, porque no sabemos o porque no alcanzamos tan alto... y reirnos en su cara, porque nada de eso nos importa lo mas mínimo. Por verdes prados llenos de maleza revolcarnos sin pensar en manchas monstruosas, ni reprimendas; pues no tenemos ropas, no tenemos madre, no tenemos ni queremos responsabilidades de las que se olvidan en un abrir y cerrar de ojos.
Saber, que lo sabemos, que el amor ni la amistad tienen edad; y aunque sentadas en sus sillas de hormigón están tan solas, siguen velando porque ni el romanticismo del romántico ni el escepticismo de los lerdos, dejen de existir jamas.
Asomado a la ventana de mi habitación puedo ver como los niños, aun indemnes, juegan con todo cuanto pueden coger del suelo, puedo ver como las parejas en semicelo retozan dejando a un lado el pudor del que recoge las hojas muertas, puedo ver un cielo y debajo un mundo lleno de mierda, lleno de cosas que nadie quiere tener, pero que están ahi.
Desde la ventana de mi habitación puedo ver como el mundo se desmorona.

Fue una buena idea arrancarme los ojos.

A veces el conseulo se deja caer por los chutódromos, donde están las esquinas manchadas de luto, donde antes del sin suicidio, trabajaban las traficantes de sentimientos y miles de orangutanes se purgaban de lo que no podian tener en casa.

Es una lástima que nadie hoy me pueda oir.

Desde la ventana de mi habitación puedo oir los gritos caer, y destrozar todo a su alrededor, puedo sentir el estupor de los viajeros al saber que han terminado su viaje de esperanza, puedo oler como los mas fuertes dejan este infierno, sus esfínteres son débiles desde la horca.
Casi puedo sentir tambien en mi cuello la textura rugosa y seca de la finalizadora soga. Hasta mis labios llegan sentidos suspiros de vida, impregnados de dolor e hipocresía.

Desde la ventana de mi habitación puedo ver como todos me miran...

Morid estúpidos, mientras yo quiera...

Fdo.: Dios

Víctor

Y recuerda: Todo esto es mentira...

No hay comentarios: