24 de noviembre de 2006

Y después, hubo silencio

Mecido en un inmenso oasis de lujo y vicio, pasaba mi vida, insulsa de experiencias, vacía de empatía, disfrutando del placer de no hacer nada, mi sueño en una inmensa playa, pero el sol no está conmigo, ni lo estará.
Lo mas triste, es que en años de lujuria, de gran esfuerzo por zozobrar, no me he caído una sola vez y ahora en los albores de mi final la vida me sabe a poco. Continuamente hubo blasfemias a ese lastimoso dios, reproches al olvido e insultos a la condenada vida, incluso le dediqué mis poemas al mas odiado de mis enemigos, ese penumbroso ser, misterioso, olvidado ya hace tiempo, que conocemos por el nombre de Destino, impostor, amigo y confidente mío hoy te digo, muérete tú desdichado, que naciste con el Sol y la Luna y creciste y lo sigues haciendo sembrando ironías a manos llenas. Tu trabajo el mas sucio que pueda haber, acompañante de Caronte en su tenebrosa barca en esa autopista al infierno, mal nacido, ojalá no consigas asombrar a nadie mas, ojalá no des mas genios a la humanidad que te eleven al olimpo de los grandes, ojalá te mueras y pruebes de tu propia medicina desgraciado…
Mas de nada va a servir el luchar contra los abstractos, ellos son como la publicidad, sino se les presta atención dejan de ejercer influencia sobre los mortales. Pero como no rendirse a esa heroína de esquinas gastadas que es la vida, como renunciar a ese gigante arrebatador de razón que es el amor, como dar la espalda a todos esos iluminados que nacen con la misión de acrecentar la existencia de muchos, inundarla de poesía y llenarla de verdaderas lecciones de vida. Como no morir ante esos ángeles en la tierra que son los verdaderos amigos, los que desearían estar en otra parte y sin embargo aguardan contigo, a tu lado…
Y sin darte cuenta comienzas a preparar el soliloquio de tu locura, susurrando los temidos pasos que se deben dar en un profundo acto de suicidio…

Como no anunciar al cielo que estas cansado, ver como no acuden a tu llamada los astros, oír irremediablemente la banda sonora de tu muerte, oler como el remordimiento se adueña de tu locura, sentir los ásperos surcos de la finalizadora soga y probar con infinita ternura el sabor de un último aliento de vida…

Víctor
Y recuerda: Todo esto es mentira...

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